La enseñanza en la II República: La República de los maestros
La primera y principal de las iniciativas que el Gobierno de la República comenzó y quiso llevar a término fue la extensión de la educación a toda la población, para luchar con la lacra del analfabetismo. Se nombró a D. Miguel de Unamuno director del Consejo de Instrucción Pública, que sería el organismo encargado de diseñar y dirigir las reformas en la enseñanza.
El esfuerzo principal se dirigía a establecer una red de escuelas que ampliasen la escasa dotación de los barrios urbanos obreros y que pudiese alcanzar a todas las zonas rurales. Se planificó la creación de 27.151 escuelas, a cubrir en 5 años en planes anuales (7.000 escuelas en el año 1932 y 5.000 en los 4 siguientes) Si tenemos en cuenta que en España en 1931 existían 32.680 escuelas, podemos hacernos una idea del esfuerzo monumental que suponía la práctica duplicación de su número en tan solo 5 años. En diciembre de 1932 se habían en marcha, finalmente, 9.620 escuelas, algunas de planes previos a la República, es decir, un número muy superior al previsto. En 1933 la llegada al poder de la derecha ralentiza el proceso que, en 1936, cuando se va a recuperar con el triunfo electoral del Frente Popular, es frenado definitivamente por el Golpe de Estado de Franco que supuso el comienzo de la Guerra Civil.
Algunos revisionistas ponen en cuestión estas cifras afirmando, con datos, que no se construyó ese número de escuelas durante la II República. Es cierto porque la mayoría de las aulas se instauró en edificios existentes previamente, y no se construyeron, pero sí se crearon. Los Ayuntamientos eran los encargados de la construcción y mantenimiento y en muchos casos, bien por falta de recursos o por tener instalaciones que servían para esa misión, lo que hicieron fue habilitarlos como escuela. La mayoría de las creaciones escolares se ubicaron, pues, en edificios alquilados o en dependencias municipales, no en aulas de nueva construcción, llegando incluso a darse clases en salas de los cementerios de algunos pueblos. Sirva como dato que apoya esta afirmación que durante la República se crearon 16.000 plazas de maestro, unas 3.200 por año (7.000 entre 1931 y 1932), lo que deja claro el número de aulas que se crearon. Entre 1922 y 1931 el promedio de nuevas plazas de maestro por año fue de 962, menos de la tercera parte.
Aparte de la educación, también había que preocuparse por la alimentación e incluso dar ropa a los niños. Esto se contempló con el establecimiento de cantinas y roperos escolares . Se potenciaron las Colonias Escolares donde los niños de familias pobres viajaban y conocían el mar o la montaña. Hacían deporte y se divertían, pero, sobre todo, comían. En 15 días, algunos ganaban hasta 4 kilos de peso.
Los maestros eran el pilar fundamental de esta reforma y también servirían como base para extender el reformismo social que suponía la República. No en vano la República llegó a ser llamada "la República de los maestros".
La profesión de maestro se dignificó, especialmente con el reconocimiento a todos los maestros, profesores y catedráticos de la categoría de funcionarios y un importante aumento de sueldo hasta las 3.000 pesetas para los maestros de la educación primaria. La idea central era: "los mejores maestros posibles para la mejor educación posible" Hasta entonces los sueldos de los maestros eran verdaderamente de hambre (de ahí la frase popular "pasar más hambre que un maestro escuela") y dependían en muchos casos de la generosidad de los padres de sus alumnos.
La preparación de los maestros se convierte en prioritaria, cambiando el sistema de acceso a la plazo por medio de cursillos predominantemente prácticos en escuelas y lecciones de orientación en la Universidad. La carrera de maestro (Magisterio) fue elevada al rango universitario. Se elaboró un Plan Profesional (en 1931) que adaptó los estudios de magisterio y que también contemplaba medidas para los maestros que estaban en ejercicio, organizando cursos de reciclaje y pedagogía. Se intentó que cada maestro fuese la persona más culta del pueblo, hecho que hasta ese momento estaba muy lejos de la realidad. Este plan promovió la celebración de numerosas Semanas Pedagógicas y la creación de Centros de Colaboración para profesores en activo, que supusieron una verdadera innovación de la educación.
El trabajo que desarrollaban se amplió a las clases con adultos, y los maestros se convirtieron en personas importantes e influyentes en las pequeñas poblaciones, especialmente aquellas en que anteriormente no había escuela. Desde la escuela, el maestro debía organizar la biblioteca y facilitar su acceso a todo el pueblo, organizar cursos y charlas especialmente para alfabetización de adultos, fomento de la lectura, solicitar y coordinar exposiciones y las visitas de otras instituciones como las Misiones Pedagógicas, y otras actividades culturales dirigidas a toda la población.
En la Revista de Pedagogía se sostenía en mayo de 1931: "Los educadores españoles estamos, como nadie, obligados a ser los defensores más entusiastas de la República. Tenemos el deber de llevar a las escuelas las ideas esenciales en que se apoya: libertad, autonomía, solidaridad, civilidad. Ningún poder puede haber sobre estas ideas; nadie que sea educador puede oponerse a ellas, ya que constituyen también la base de la Educación Nueva".
La regulación de la Inspección, con un aumento importante del número de inspectores y formándolos técnicamente para que puedan actuar como verdadero apoyo y orientador de los maestros, reforzó la enseñanza rural. Los inspectores se convirtieron en verdaderos agentes para la renovación de la enseñanza y fueron muy influyentes en la mejora de la práctica docente.
La reforma de la Educación abarcó su secularización, la libertad de cátedra y la sistematización del sistema educativo. Se estableció muy pronto, el 21 de mayo de 1931, la necesidad de estar en posesión del título de maestro para poder ejercer la enseñanza primaria, tanto pública como privada, y el de licenciado para ejercer en la enseñanza media. La Ley de Instrucción Pública da forma a la enseñanza pública y unifica el sistema y los grados educativos de la enseñanza en todo el país. Se establecen así tres niveles de enseñanza: Primaria, obligatoria y gratuita, hasta los 12 años (preescolar, hasta los 6, es voluntario); Segunda Enseñanza, de carácter básico hasta los 15 años y preuniversitario entre los 16 y los 18; Universitaria, que comprende la licenciatura y el doctorado.
La Constitución republicana proclama una escuela única, obligatoria y gratuita en enseñanza primaria, laica y con libertad de cátedra.
Se establece la coeducación, fusionando escuelas masculinas y femeninas, y se permite enseñar en la lengua materna del territorio, aunque no sea el castellano.
A las órdenes religiosas se les prohibía impartir enseñanza y a los maestros se les liberaba de la obligación de dar religión. Se establece para 1934 la sustitución completa de escuelas, profesores y edificios religiosos por laicos. En muchas ocasiones simplemente supuso la puesta en manos de seglares de los colegios religiosos, sin cambiar su profesorado ni su funcionamiento. Aparte de eso, la llegada al poder de la derecha en 1933 paralizó la ejecución de esa norma. Se suprime la obligatoriedad de la enseñanza religiosa excepto para aquellos casos en que los padres lo soliciten y siempre que el maestro no invocase su libertad de conciencia para no impartirla. :
Artículo 2 del anteproyecto de Ley de Instrucción Pública: "La educación pública debe ser laica. La escuela debe limitarse a dar información sobre historia de las religiones, con especial atención a la religión católica. Si las familias lo solicitan, el Estado podrá facilitar medios para la educación religiosa, pero siempre fuera de la escuela.
Podemos concluir que hubo una importante mejora de la situación educativa en nuestro país, con importante aumento del número de aulas públicas y de la escolarización infantil, así como de la preparación y el número de maestros, que no tuvo el calado previsto debido a la corta duración del periodo republicano (5 años), a las escasas posibilidades económicas de los ayuntamientos, motores principales de la reforma, y a la inestabilidad política de la propia República.
La fotografía está sacada de la página web Escuela republicana.
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