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La página de Juan Julián Elola

El día que los contratos fijos dejaron de serlo

El día que los contratos fijos dejaron de serlo

A pesar de la insistencia de Rajoy durante meses afirmando que no iba a abaratar el despido, finalmente lo ha hecho. Y lo que ha llevado a cabo alcanza unos límites que ni los más pesimistas se atrevían a insinuar. Desde la entrada en vigor de la reforma laboral lo que entendíamos como trabajo fijo ha dejado de existir.


Entiendo que es importante crear empleo, pero quien tiene trabajo quien lo consiga, ha perdido totalmente la estabilidad. Prácticamente se suprime la indemnización. En la mayoría de los casos los trabajadores también nos esforzamos y sacrificamos por la empresa, pero ahora despedirnos será inmediato y casi gratuito.

No creo que abaratar el despido de esa forma suponga de ninguna manera la creación de empleo, y mucho menos inmediato, y sí la destrucción de puestos de trabajo alentando despidos que hasta ahora podía resultar poco rentables pero que ya son viables, cambiando trabajos fijos con antigüedad por contratos precarios a jóvenes con sueldos míseros. Los trabajadores nos hemos convertido en material para usar y tirar.

El hecho que más diferenciaba a los trabajos por tiempo indefinido era la indemnización por despido. En caso de despido correspondía al trabajador la cantidad de 45 días por año trabajado salvo que el empresario pudiera demostrar ante el juez que el despido estaba justificado por motivos disciplinarios u objetivos (motivos económicos, organizativos o técnicos) Desde ahora todos los despidos se considerarán procedentes, con la correspondiente indemnización de 20 días por año trabajado, con un máximo de 12 mensualidades. Habiendo trabajado 20 años o más en la misma empresa tendrás derecho a cobrar un año de tu sueldo, como máximo. Después el trabajador podrá recurrir al juzgado a reclamar. Pero será el propio trabajador quien tenga que demostrar la improcedencia del despido. Es decir, todos los despidos son procedentes salvo que el trabajador pueda recurrir y demostrar lo contrario. Hasta ahora se consideraba siempre improcedente salvo prueba en contra por parte del empresario. Esto convierte, de un plumazo, todos los contratos en eventuales.

Incluso para establecer un expediente de regulación de empleo (un ERE, el despido simultáneo de más del 10% de la plantilla) no hará falta ninguna autorización por parte de la administración. Simplemente se ejecutará y se despedirá a los empleados “fijos” con esa indemnización de 20 días por año. De nuevo los trabajadores, a posteriori, podrán recurrir a la justicia para que se pronuncie sobre el tema. Pero también serán ellos los que tengan que aportar las pruebas y conseguir que el juez las acepte.

En el caso de los nuevos contratos indefinidos el periodo de prueba se amplía hasta ¡un año! Ahora durante el primer año de contrato “fijo” el empresario te puede despedir sin más explicaciones que la de que nos has pasado el periodo de prueba. Todo un año de la más absoluta eventualidad laboral.

Pero es que los motivos para que un despido esté justificado se amplían, bastando ahora con que la empresa disminuya sus ingresos durante tres trimestres para que se admita como objetivo. Y digo ingresos, ni siquiera tienen porqué disminuir los beneficios. Si una empresa vende menos, o más barato, habiendo conseguido bajar los gastos o descuentos de sus proveedores, es bastante posible que, con menos ingresos, los beneficios se mantengan, o incluso aumenten. Pues bien, esa situación podría dar lugar a despidos justificados, según la nueva normativa.

Como colofón, esos trimestres con disminución de ingresos permiten a la empresa saltarse no sólo el convenio colectivo, sino incluso los acuerdos de la propia empresa con sus trabajadores, modificando las condiciones que figuren en contrato sobre funciones, turnos, horarios, jornada laboral e incluso bajando el sueldo al trabajador.

En definitiva, aunque lo que ha trascendido es que la indemnización pasa de 45 a 33 días, la realidad es que esta situación va a resultar anecdótica y lo normal es que sea de 20 días. Lo ha afirmado el presidente de la CEOE, Juan Rosell: “El despido improcedente pasará a ser una anomalía”

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