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La página de Juan Julián Elola

REPRODUZCO EL ARTÍCULO DE OPINIÓN QUE PUBLICÓ EL PAÍS EL LUNES 7 DE AGOSTO. AHORA NO HAY MARCHA ATRÁS POSIBLE, Y LA SANIDAD DE LA COMUNIDAD DE MADRID VA A ESTAR CONDICIONADAS DE FORMA IMPORTANTE POR DECISIONES QUE TOMEN LAS EMPRESAS QUE DIRIGEN LOS HOSPITALES

 Hablaba ese editorial del peligro de la privatización "por la puerta de atrás" que se ha hecho de la Sanidad Madrileña. Comparto la opinión de que debería haberse abierto un debate, o al menos una campaña informativa sobre un tema de tal trascendencia, de esas que son tan frecuentes por otro lado por la Comunidad de Madrid y su Presidenta. Es evidente que en Madrid, al igual que en Valencia, se ha introducido el ánimo de lucro, o los beneficios económicos, como un factor más que determine las políticas a seguir por  las autoridades sanitarias, puesto que muchas y muy importantes decisiones estratégicas vas a estar en manos de las empresas adjudicatarias de la gestión y dirección de los hospitales. Es un paso más en los avances de la línea neocon que guía las políticas de la Comunidad de Madrid.

Desde el PSOE venimos reclamando explicaciones a Esperanza Aguirre por el proceso que va a suponer que la cuarta parte de la población madrileña pase a depender en el ámbito sanitario de entidades privadas regidas por el ánimo de lucro -legítimamente, aclaraba de forma innecesaria, el editorialista. A partir de ahora, y de manera irremediable, al menos durante los próximos 35 años (a los que se refiere la concesión del servicio), se van a supeditar algunas medidas sanitarias para una parte importante de madrileños a las deliberaciones del consejo de administración de grandes empresas.

La cuestión no es tan insignificante como desde la Presidencia de la Comunidad de Madrid se quiere hacer ver, puesto que supone una ligadura para las futuras pautas o reformas que se quieran emprender en Madrid en Sanidad, tan necesitada de expectativas. Al menos merecemos que se clarifique a los madrileños qué importantes decisiones sobre política  hospitalaria van a quedar como competencia exclusiva de empresas pendientes, lógicamente, de su cuenta de resultados.

Es probable que tanto las explicaciones añadidas que daba su periódico como el adverbio que uso en la frase anterior provengan del miedo a ser considerados "progres trasnochados", calificativo que se da a quienes tenemos confianza en "lo público". Pero mientras, la sociedad tiene las ideas claras y las cifras son tozudas. Más de 40.000 madrileños han sido excluidos de la lista de espera quirúrgica, la mayoría de ellos por renunciar a ser intervenidos en una clínica privada. Lo rechazan porque conocen para bien la Sanidad Pública, a pesar de que también saben que así entran en un “limbo” de la lista de espera, no son contabilizados, y desaparece toda información sobre las fechas de su operación.

Reproduzco a continuación el texto íntegro del diario.

Privatización

de soslayo

SIN APENAS reflexión previa, la Comunidad de Madrid

ha emprendido desde 2003 un decidido proceso de privatización

de los servicios de la sanidad pública. Hace tres

años, los centros públicos y las fundaciones sin ánimo

de lucro ofrecían prácticamente el 100% de la asistencia

hospitalaria a los madrileños. Cuando termine 2007,

más de un millón y medio de ciudadanos (una cuarta

parte de la población) será atendido en hospitales enteramente

privados o de gestión mixta pública y privada.

Medio millón de ellos lo serán en dos hospitales, la

histórica Fundación Jiménez Díaz y el nuevo hospital

de Valdemoro, propiedad de la multinacional sueca Capio,

cuyas acciones cotizan en la Bolsa de Estocolmo.

La salud de otro millón estará en manos de hospitales

gestionados bajo concesión administrativa, en los

que sólo los médicos y el personal de enfermería estarán

bajo control público. Aunque los caminos que han

llevado a esta situación han sido distintos (la crisis de la

Fundación Jiménez Díaz en un caso, la necesidad de

construir nuevos hospitales en el otro), el principio que

los sustenta es el mismo: la supuesta superioridad de

gestión privada sobre la gestión pública. Superioridad

refutada por los hechos cuando se trata de servicios

públicos esenciales.

Unos cambios de tal magnitud merecen al menos un

debate público que los dos últimos Gobiernos del PP en

Madrid, el del hoy alcalde Alberto Ruiz-Gallardón y el

actual de Esperanza Aguirre, no han llevado a cabo.

Pero el problema de fondo es que la salud de medio

millón de madrileños queda al albur de los intereses de

la empresa sueca Capio, que gestiona y controla el

centro, cuyos intereses cotizan en la Bolsa de Estocolmo

y cuya racionalidad de mercado —legítima— puede

llegar a chocar con necesidades de servicios médicos

que no siempre serán rentables.

Este proceso de privatización silenciosa también

ofrece serias dudas desde el punto de vista democrático.

La presidenta de la Comunidad de Madrid se presentó

a las elecciones generales con la promesa de construir

siete nuevos hospitales. Explicó con toda profusión de

detalles la ubicación, tamaño y servicios médicos que

iban a ofrecer los nuevos centros. Pero no dijo nada

sobre cómo pensaba financiarlos. Una vez en el poder,

desveló sus planes. Contaba con que ningún alcalde o

grupo de población, ante la disyuntiva de tener un

hospital público/privado o no tener ninguno, iba a oponerse

a sus intenciones.

Un dato debe llevar a la reflexión a quienes se propongan

aplicar modelos privados en el ámbito de la

sanidad pública. El porcentaje de pacientes de la sanidad

pública que rechazan operarse en clínicas privadas,

dentro del plan para reducir la lista de espera, se ha

multiplicado por cuatro en sólo dos años. Algunos esperan

más de un año con tal de poder operarse en su

hospital del sistema público. Es el mejor ejemplo de que

para muchos ciudadanos la sanidad pública constituye

un pilar irrenunciable del Estado.

1 comentario

Carmen Sánchez Carazo -

Realmente aclara lo que está ocurriendo en nuestra comunidad, lo triste es que muchas personas no se dan cuenta. Hace 20 años había una sanidad de ricos y otra de pobres, cuando yo estudiaba en el Hospital Clínico, habia una parte de "privados" donde los estudiantes no podíamos entrar. Ahora todos somos iguales, pero ¿dentro de unos años?