Sobre el desacierto de Beppe Grilho en Italia
El partido de Beppe Grillo se ha estrenado en el Senado italiano con una polémica interna previsible. El conflicto entre la regeneración política, que era una de sus banderas, y el desgobierno antipolítico, que era otra, no podían sino desembocar en un choque frontal entre la acción provechosa y la indignación destructiva.
Se trataba de optar para Presidente del Senado por Pietro Grasso, un fiscal antimafia, amenazado, que ha demostrado claramente su honradez y su valía personal. Enfrente tenía a Renato Schifani, del Partido de Berlusconi, investigado por posibles relaciones con la mafia y autor de algunas de las leyes que ha usado Il Cavaliere para eludir sus responsabilidades penales y las pesquisas que había sobre sus actividades.
El Movimiento 5 Stelle de Grillo había optado por la omisión, absteniéndose, con lo que la matemática forzaba la elección del candidato de Berlusconi al frente de una de las instituciones más importantes de Italia. ¿Es lógica esa decisión? ¿Ayudaría a la regeneración política que planteaban en su campaña? Categóricamente no, y así lo han asumido algunos de sus miembros que, contra la exigencia de disciplina de voto, se han pronunciado a favor de Pietro Grasso, dándole la Presidencia contra los pronósticos.
No se puede de ninguna manera establecer equivalencias entre ambos candidatos, por lo que abstenerse era colaborar por negligencia en la elección del investigado por mafioso. En lugar de tomarlo como una victoria, el Partido de Grillo, lo ha definido como una traición, basándose en la “disciplina de voto”, tan criticada durante su campaña, que teóricamente obliga a sus candidatos a tener en cuenta la opinión del Partido por encima de sus convicciones personales. En este caso, además, plausibles.
En una conversación de bar se puede decir lo que se quiera y no tendrá más repercusión que describir a quien realiza determinadas afirmaciones. Pero cuando se tienen responsabilidades para el futuro de un país, hay que ser serio y no vale el “todo es lo mismo”, que suele desembocar en la victoria de lo peor. Es la actitud que sigue en nuestro país UPyD, tan dispuestos a hablar de cualquier cosa defendiendo una postura al tiempo que la contraria. Luego, cuando hay que actuar, y en algunas comunidades y ayuntamientos sus votos son decisivos, prefieren ocultarse y no participar de ninguna manera en decisiones importantes.
No estoy entre quienes piensan que la Política debe estar reservada a una casta oligárquica. De hecho, nunca me he considerado un político profesional, sino un ciudadano interesado por las cuestiones de gobierno. Pero el extremo contrario, la dejación como forma de administración, me parece mucho más peligroso. Es como querer gobernar representando al “no sabe, no contesta” de las encuestas. Y no creo que eso lleve a ningún lado.
Gobernar consiste en repartir recursos limitados entre necesidades infinitas. Hay que establecer prioridades, tomar decisiones en función de esas prioridades y asumir los resultados y las responsabilidades que esas decisiones entrañan. Cualquier actuación implica defensores y detractores, beneficiados y perjudicados. Nadie dijo que fuera fácil.
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