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La página de Juan Julián Elola

Ahora ya ve todo el mundo a qué nos referíamos cuando decíamos que había dos maneras de salir de la crisis

Ahora ya ve todo el mundo a qué nos referíamos cuando decíamos que había dos maneras de salir de la crisis

Por necesidad, seguro que la mayoría de españoles habría aceptado que algo había que hacer, y que es imprescindible tomar decisiones de cara a cambiar la tendencia de aumento de paro tan expectacular como el que nos está suponiendo esta crisis. Sin embargo, las reformas estructurales que se están llevando a cabo sobre sanidad, educación y servicios sociales no van a contribuir para nada a la creación de empleo, más bien al revés, supondrán un aumento del paro al acabar con miles de trabajos eventuales de muchos trabajadores de estas áreas cuyos contratos, simplemente, no serán renovados. La mayoría de las reformas no son económicas, sino estructurales. No se trata de ahorrar, porque no ahorrarán, sino de cambiar el modelo asistencial en nuestro país. A ello se une la confesión ya de algún dirigente popular (nada menos que portavoz de Sanidad en el Senado) que declara que, pasadas las elecciones, ya es hora de dejar de decir mentiras y contar la verdad sobre sus intenciones. Al menos es sincero el hombre.

La reforma laboral que prioriza el despido no va a suponer en absoluto tampoco un acicate para la contratación. Lo más que puede ocurrir es que se sustituya en algunas empresas el trabajo antiguo, estable y bien pagado, por trabajos precarios, nuevos y eventuales, dadas las facilidades que da al empresario para echar a sus empleados. No soluciona el problema de que en España cuando las cosas van mal las empresas recurren a despedir trabajadores. Más bien lo agrava.

Ciertos beneficios cualquier podría haber admitido que se hubieran disminuido o modulado durante esta época. Pero las transformaciones que han sufrido nuestros servicios públicos y el trabajo van más allá y suponen una nueva forma de relaciones laborales y de prestación de servicios por parte de las Administraciones. No se trata de modificaciones puntuales o pequeños cambios, sino de una auténtica contrareforma que altera de forma completa el pacto que se estableció después de la muerte de Franco. Y la excusa, como siempre, la crisis. Aunque la mayoría de las medidas no tendrán ningún impacto económico ni inmediato ni a medio plazo.

A pesar de que dijo que "Si Gobierno, no me voy a quejar de la herencia recibida", está claro que no hace otra cosa más que achacar a los anteriores todos los males que la sociedad española sufre. Seguramente es porque directamente no está gobernando, que fue la condición que puso para no quejarse de la herencia.

Añadir encima la cobardía del Presidente del Gobierno, Rajoy, que no da la cara ante los medios ni tampoco admite ni responde preguntas en las escasísimas ruedas de prensa que aún consiente. Dónde estará aquella otra frase que dijo de "voy a dar la cara y no me esconderé"

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