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La página de Juan Julián Elola

Nuevo artículo el El Distrito, en esta ocasión sobre el mito de las listas abiertas

Nuevo artículo el El Distrito, en esta ocasión sobre el mito de las listas abiertas

Como me parece que hay mucha "leyenda urbana" acerca de los sistemas electorales y las ventajas de unos y los inconvenientes de otros, cuando en realidad ninguno es perfecto y todos tienen partes positivas, muy importantes, pero a la vez cada forma de elección supone la renuncia a las ventajas de las otras, quise empezar por hablar de las listas abiertas, tan de moda actualmente como forma de elección cuasi pura (obviamente, este sistema supone no poder aplicar proporciones, elimina más aún las minorías, y otras desventajas). Una cosa sí tengo que añadir, o mejor, corregir. De algún modo he de reconocer que, aunque sea un caso puntual, si han servido las listas abiertas del Senado para "marcar" de forma negativa a un candidato. Concretamente, en Alcorcón, el anterior alcalde, Enrique Cascallana, ha sacado bastantes menos votos que la segunda en la candidatura por el PSOE, Isabel Pérez, y muy por debajo de los resultados del PSOE al Congreso, demostrando a las claras a quién no querían los ciudadanos.

Listas abiertas, ¿igual que en el Senado?

Juan Julián Elola
 
Volví estas elecciones como representante de mi Partido en las mesas electorales del 20 de noviembre. Esta vez elecciones generales, y eso incluye las listas de los Partidos al Congreso de los Diputados y las listas al Senado, que se pueden considerar casi personales. En el caso de los senadores, aunque cada Partido Político presenta sus candidatos bajo la cobertura de sus siglas, el elector puede elegir sin ningún tipo de trabas cualquier combinación de candidatos. Puede optar por votar solo a uno, a dos o a tres, y del mismo partido o de distintos, elaborando su voto de la forma más abierta posible.
Pues bien, como siempre ha sucedido, y mi experiencia es amplia, la mayoría de electores optan por dar su voto a un Partido Político, no buscando preferencias personales. Si hay alguna papeleta diferenciada es porque no vota más que al que aparece el primero del Partido, lo que es más probable que se deba a un error, que comete el elector pensando que con eso queda clara su elección, que a una decisión concreta de elegir solamente a ese distinguiéndole de los otros dos candidatos del mismo grupo. Y eso en unas papeletas que son la forma más directa, abierta y personalista de todas las opciones posibles y en las que no se escogen más que tres posibilidades sobre todas presentadas, con lo que sería posible conocerlos. El efecto que sí produce este gran abanico de posibilidades es una dificultad tremenda a la hora de hacer el recuento. La mayoría conocerá a alguien que haya sido mesa en unas elecciones generales. Se lo podéis preguntar. Definitivamente las listas abiertas no son la solución, ni forzarán un mayor acercamiento de los candidatos hacia los electores. Pueden permitir un mayor grado de Interacción directa con el votante, pero su resultado es muy pobre en relación a las grandes expectativas que se han depositado en ese sistema.
Sigo pensando que hay que hacer algo por acercar la Política a los ciudadanos, o mejor, los ciudadanos a la Política: la situación actual es insostenible. Desde mi punto de vista, por mucha reforma electoral que se realice o que se publicite, si no despertamos interés en las personas por los temas políticos, difícilmente vamos a conseguir que tenga efecto real sobre la participación. Y no hablo de participación electoral, sino de participación política. De algo que va más allá de emitir el voto cada 4 años según la tendencia, las preferencias personales o el momento. Me refiero a la implicación y al interés por lo que se decide y que afecta a todas las facetas de nuestra vida. Desde el salario o las relaciones laborales a los sistemas de enseñanza o el modelo televisivo. Y la forma de promocionar y de seleccionar a nuestros deportistas de élite. Todo es política, aunque esté de moda y quede bien intentar desvincular de la política todo aquello que no se encuentra estrictamente en el ámbito de las decisiones del Consejo de Ministros. Pero nos hacemos trampas porque, por muy técnicas que nos puedan parecer algunas decisiones, finalmente todos los “técnicos” tienen varias opciones distintas entre las que elegir, y las medidas las adoptan en función de sus preferencias políticas y de su ideología. Porque los técnicos, como los árbitros de fútbol, tienen sus “colores”.

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