DEUDAMADRID
Artículo de opinión publicado en el periódico "El Distrito"
La ciudad de Madrid, gobernada como el auténtico paraíso del despilfarro por Ruiz-Gallardón ‘el Grande’, ha reventado. Nos hemos dado cuenta ahora de su desproporcionada deuda, pero se veía venir hace tiempo. Desde los proyectos de la M-30 y la Ciudad Olímpica, los presupuestos madrileños fueron abordados sin sensatez ni equilibrio; obviando la necesaria compensación entre ingresos y gastos. No habría actuado así ninguna familia medianamente preocupada por su futuro. La catastrófica administración económica municipal ha endeudado a todos los que vivimos aquí, y lo ha hecho por varias generaciones.
Para hacernos una idea de la magnitud de la deuda contraída, basta pensar que la de la Comunidad Andaluza es menor, con 9 millones de habitantes y gestionando competencias como la Sanidad, la Educación, los Servicios Sociales y muchas infraestructuras y carreteras regionales para todos esos ciudadanos, en un territorio incomparablemente mayor que nuestra ciudad. Los más de 8.000 millones de euros que debe Madrid suponen una cantidad similar a la de todas las deudas del resto de las capitales de provincia españolas juntas. Multiplicamos por 10 la de la ciudad de Barcelona, un Ayuntamiento algo más pequeño, pero que podría servirnos de referente.
El desastre es tal que de nada sirvieron las subidas de impuestos y tasas municipales, la venta de suelo y viviendas de propiedad municipal o la ocurrencia de recuperar la olvidada Tasa de Basuras. El agujero negro creado por Gallardón absorberá todos los ingresos durante muchos años. Y lo peor es que tampoco los servicios municipales han mejorado de manera ostensible. Se reducen las ayudas a los mayores, empeora por falta de dinero el funcionamiento de los centros municipales, se reducen los empleados y los servicios de limpieza, y el mantenimiento de los colegios, responsabilidad municipal, pierde calidad ante la falta de recursos. Y lo que es peor, las empresas que trabajan para el Ayuntamiento no reciben los pagos oportunos. La falta de liquidez municipal puede ocasionar la quiebra de muchas pequeñas y medianas empresas proveedoras y de servicios, que dependen directamente de estos ingresos.
Ante esta situación agónica, la única idea que ha tenido el Alcalde es solicitar del Gobierno de España medidas de excepción, y que desde allí se arregle su gestión económica. Como eso no es posible, ya tiene a quién echar la culpa. Es decir, que nuestro Ayuntamiento acumula una deuda imposible de pagar, y sólo busca a quién achacar el producto de su irresponsabilidad. Irónico, desde luego.
La deuda de los ayuntamientos es preocupante. Todos han gestionado de forma generosa la bonanza y padecen apuros ahora que sus ingresos descienden. Sin embargo, el Ayuntamiento de Madrid es en sí un problema que, además, dificulta cualquier medida que se pueda tomar para paliar las del resto. Porque es muy difícil que se pueda poner en marcha una operación de salvamento o de refinanciación sobre una deuda de los Ayuntamientos, que asciende a unos 20.000 millones, cuando casi la mitad corresponden a un solo municipio.
Los presupuestos de 2011 deben suponer el punto de inflexión, la nueva forma de gestionar el Ayuntamiento de Madrid. Ha llegado el momento de corregir radicalmente la gestión de la ciudad, adaptando sus inversiones a sus capacidades reales pero, sobre todo, a sus necesidades. Sin renunciar a los grandes proyectos, pero abordándolos con la prudencia y responsabilidad necesarias.
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