El PP no está por un gran pacto en Educación. Ni está ni se le espera.
Ayer se demostraron una vez más las pocas intenciones que tiene el PP de alcanzar a nivel estatal un gran pacto por la educación a nivel nacional, que pueda abarcar unas bases en las que estemos todos más o menos de acuerdo y suponga el fundamento de un sistema educativo estable. Está claro que, mientras en las Comunidades Autónomas que gobiernan siguen una política cuyo único fin parece ser el de boicotear las propuestas del Gobierno central, una y otra vez, y en ocasiones de forma claramente absurda, desde sus órganos nacionales el Partido Popular insiste en lanzar propuestas de su programa, populistas la mayoría de ellas, para confrontar con el Ministerio, en lugar de buscar posturas comunes y acuerdos en los que se puedan consensuar las bases de un pacto educativo amplio que acoja a todas las opciones políticas. Está claro que desprecian la educación y solo la contemplan como un arma arrojadiza para hacer oposición a Zapatero.
Ayer, en un acto de partido, el Presidente del PP, Mariano Rajoy, volvió a deshacer lo que se está consiguiendo concretar en las mesas de negociación y en los encuentros políticos con diferentes partidos y entidades. Cuando uno está negociando a muchas bandas (asociaciones de padres, de profesores, de centros de enseñanza, partidos políticos, sindicatos....) para lograr un pacto sobre mínimos, no es nada aconsejable lanzar un órdago en público con propuestas políticas de ruptura del modelo, que obliguen a los demás impliacos a posicionarse en contra o a favor, rompiendo totalmente los consensos que se habían alcanzado ¿Por qué? Pues seguramente porque tienen claro que un gran acuerdo educativo cerrado por el Gobierno de Zapatero sería un tanto a favor de sus políticas y, en estos momentos, les conviene mucho más echar gasolina al fuego que conseguir definir cuáles deben ser las líneas generales que permitan mejorar más nuestro sistema de enseñanza.
Y es que, al proponer temas "irrenunciables", pero que suponen motivo de confrontación y no de acercamiento, finalmente lo que se consigue es que los demás entiendan que, si se quiere acuerdo, se tiene que "pasar por el aro" de aceptar esas propuestas, con lo que se fuerza al resto a enumerar sus propios principios "irrenunciables", lo que imposibilita la negociación. Además vuelve a centrar el problema en el alumnado, no en la falta de medios, ni de inversiones, ni de más dinero. Esto, a todas luces y viendo el dinero por alumno que dedican la mayoría de las comunidades autónomas a educación, es demagogia.
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