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La página de Juan Julián Elola

HE ESCRITO ESTE ARTÍCULO PARA LA ASOCIACIÓN AESI, DE VICÁLVARO, ACERCA DE LOS SUPERDOTADOS. ME GUSTA MÁS HABLAR DE LA SOBREDOTACIÓN, EN ESTE CASO INFANTIL.

HE ESCRITO ESTE ARTÍCULO PARA LA ASOCIACIÓN AESI, DE VICÁLVARO, ACERCA DE LOS SUPERDOTADOS. ME GUSTA MÁS HABLAR DE LA SOBREDOTACIÓN, EN ESTE CASO INFANTIL.

SUPERDOTADOS.

Contra lo que se pueda pensar debido a los tópicos que se vierten sobre el tema, son niños que, sobre todo, son eso, niños. Su alta sensibilidad y su desarrollo emocional les llevan a sufrir interiormente por todo aquello que por su edad no saben transmitirnos. Esto les lleva a unas situaciones de incomprensión y de tensión con sus compañeros que muchas veces no son capaces de resistir, porque, insistimos, son solamente niños. Pretendo a lo largo de las próximas líneas destacar los problemas, principalmente de adaptación, que a lo largo de su desarrollo presentan y que les dificultan, especialmente, las relaciones con otros niños, o bien que tienen su origen en esas relaciones difíciles con los niños que están y conviven con ellos. Deberían dirigirse la mayoría de las actuaciones a poder colocar a estos chicos en una mejor situación "de salida", es decir, a que sus relaciones de convivencia sean mejores, con la finalidad de que puedan mejorar su adaptación a la sociedad. No olvidemos que más de un tercio de los niños superdotados diagnosticados presentan o han presentado fracaso escolar. 

 

  1. DISINCRONÍAS.

La mente del niño superdotado se desarrolla muy deprisa, pero no así el resto de los atributos de su personalidad, su afectividad, el nivel emocional, y, sobre todo, la movilidad. Esto origina disincronías, es decir, desarreglos entre el avance alcanzado en un aspecto en relación a otros, lo que provoca problemas en la mente del niño, que no alcanza a ver qué le pasa.

  1.  
    1. Desfase psicomotriz. La evolución intelectual es mucho más acelerada que la motricidad, lo que origina un desfase. El niño parece torpe, lo que se agrava porque la rapidez de su pensamiento quiere exigir a su destreza unas habilidades que es imposible que haya adquirido. Todo esto le lleva a rechazar las actividades físicas o que impliquen una cierta maña, con lo que no las desarrolla y acaba siendo aún más desmañado.
    2. Disincronía entre el léxico y la escritura. El primero es mejor que el segundo a causa de que la evolución psicomotriz es más lenta, soliendo ir acorde a la edad real del niño. Además “quieren contar” muchas cosas, mucho más deprisa de lo que escriben, por lo que escribir les incomoda, acaba aburriéndoles y suelen escribir mucho peor que otros alumnos de su mismo aula.
    3. Disarmonía intelectual-afectiva. Pretenden enseguida conocer e interactuar con el mundo en el que viven, pero por  otro lado, su edad les impide comprender lo complejo de las relaciones sociales. Se plantean cuestiones de gran trascendencia pero son incapaces de asumirlas como adultos. Siguen teniendo un cerebro que va muy deprisa, pero no dejan de reaccionar como niños.
    4. Desfase intelectual. No todas las capacidades intelectuales se desarrollar en paralelo y de igual forma, por lo que se producen también desequilibrios entre distintas capacidades intelectuales, principalmente entre el lenguaje y el razonamiento. Al ser la edad mental generalmente mayor para el razonamiento que para su expresión, pueden encontrarse incapacitados para poder transmitir aquello que les inquieta y, muchas veces, su lenguaje no es un buen indicador de sus altas capacidades.

 

  1. LOS FACTORES DE DETERIORO DE LA INTELIGENCIA

Un alto nivel intelectual no se mantiene durante toda la vida. Conviene reforzar los comportamientos y hábitos de estudio y la voluntad de aprender del alumno. Sin embargo existen muchos factores que pueden afectar negativamente su evolución y, de hecho, la mayoría de los estudios demuestran que sólo un tercio de los diagnosticados como superdotados son brillantes en la clase, habiendo hasta un 30% que acaban padeciendo fracaso escolar. Tener una capacidad intelectual superior, y, por tanto, un funcionamiento mental más rápido, no garantiza un desarrollo social, afectivo y personal igualmente avanzado.

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    1. Otros niños: El “listo de la clase” muchas veces se siente rechazado, distinto. Debido a su versatilidad y a que su sensibilidad le produce un gran interés por sentirse aceptado, es muy frecuente que el superdotado intente camuflar su “rareza”. Esto les conduce a comportamientos que pueden demostrar un nivel intelectual más bajo que el que realmente tienen. Con la intención de ser más “normales”, bajan su rendimiento escolar. Es el conocido como “Efecto Pigmalión Negativo”. En ocasiones, sobre todo si presentan especiales problemas para relacionarse con otros niños, adoptan actitudes de auténtico gamberrismo para “caer bien” a aquellos niños de su clase con mayor éxito en las relaciones sociales.
    2. Profesores: Debido a que la adquisición de conocimientos en los primeros cursos son muy fáciles para ellos, estos niños corren el peligro de acostumbrarse a trabajar por debajo de sus posibilidades y a pasar las horas de clase soñando despiertos, lo que ocasiona que, en cuanto las exigencias aumentan un poco, no alcancen el nivel deseado. Estas actitudes, unidas a un rechazo detectado en muchos profesores por lo “poco ortodoxos” que son los intereses de este tipo de niños, suele acabar con la catalogación como de bajo rendimiento escolar. Investigaciones americanas han mostrado que sólo de un 10% a un 20% de los superdotados son reconocidos por los maestros de la Escuela Infantil y del ciclo de Primaria.
    3. Padres: Puede ser también un factor de deterioro de la inteligencia por el proceso del efecto Pigmalión negativo. Si los padres aprecian la capacidad del hijo por debajo de cómo es en realidad, el niño tenderá a manifestarla sólo dentro de los límites esperados. Este riesgo se corre más en las familias de un nivel sociocultural desfavorecido y en las familias que muestran poco interés en la evolución de sus hijos.

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