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La página de Juan Julián Elola

Productividad no quiere decir estar más horas en el trabajo

Un nuevo artículo de opinión que he publicado en El Distrito. No hace mucho un programa sueco parodio nuestra forma de trabajo, y ese vídeo es el que encabeza esta página. Sé que a muchos no les sentó nada bien, y, desde luego, no es como para estar agradecidos. Pero sin duda también debería ayudarnos a pensar un poco sin mirarnos el ombligo. No hace falta cambiar nuestra forma de ser, pero a lo mejor sí algunos conceptos, especialm ente para aquellos empresarios o jefes que consideran que el mejor trabajador es el que está más horas en su sitio. La mayoría de las veces no es así y el más eficiente no es el más "permanente".

PRODUCTIVIDAD NO SON MÁS HORAS

En una situación como la actual aparecen voces que piden mayor productividad y mayor esfuerzo por parte de los trabajadores. Sin embargo, en nuestro país suele entenderse como ampliación de los horarios laborales, mayor presencia en la empresa y más horas dedicadas al trabajo: no mejores resultados, sino jornadas más largas.

Todos los expertos están de acuerdo en que un horario laboral más flexible y una valoración del trabajo por objetivos aumentan la productividad, incluso con menos horas trabajadas. Se trabaja mejor con mayor flexibilidad en el horario laboral, pero nuestras empresas avanzan en sentido contrario: se valoran más el horario y la disponibilidad que la producción.

En España impera el “presentismo”, la cultura de estar la mayor cantidad de horas posibles en el puesto de trabajo, “que no te vean irte”, motivando horarios demenciales con “presencia en plaza” altísima, pero productividad en absoluto proporcional. Sin contar el gasto adicional que supone para la empresa tener más horas abiertos sus centros. Somos de los países con mayor número de horas trabajadas y con menor productividad. También dormimos una hora menos que la media europea.

Realmente somos campeones en horas de estancia en el trabajo, no en horas de trabajo. Nuestros horarios se establecieron en un momento de economía industrial, que precisaba de los obreros en las fábricas; sin sentido ahora, en un mundo globalizado, para trabajos de servicios, oficinas o similares.

Y la jornada intensiva, aun rotando entre los trabajadores los turnos de tarde, es mucho más productiva que las largas estancias vespertinas en la oficina “hasta que se vaya el jefe”, en ocasiones haciendo tiempo con tareas sin relación con la empresa. Hasta ahora se estaba generalizando, al menos durante el verano, pero de nuevo está en retroceso. Es un error por parte del empresario reducir este beneficio que daba a sus empleados. Primero porque crea malestar en los trabajadores, lo que no es apropiado para mejorar los resultados. También aumentará el consumo de luz, teléfono y aire acondicionado respecto a veranos anteriores, al permanecer abiertos más horas. Y probablemente afectará poco o nada a la productividad, pues no cunde más si se trabaja peor.

Jornadas laborales que permitiesen comenzar entre las 8 y las 10 de la mañana, con un tiempo más ajustado para la comida y finalizando entre las 16 y las 18 horas serían mucho más apropiadas, más prácticas para los empleados y más beneficiosas para las empresas. Supondrían una mejor adaptación de los trabajadores a su vida familiar y personal, y tendría que ser positivo para la marcha de la empresa. Y facilitaría una mayor conciliación por parte de los hombres y más participación de ellos en las tareas domésticas, lo que es fundamental para que la igualdad real se vaya implantando en la sociedad, que es donde realmente tiene que ser aceptada.

Empresas como Iberdrola o el Banco de Santander han conseguido disminuir sus partidas de gastos gracias a la racionalización horaria. Y en los negocios internacionales, nadie está atendiendo el teléfono en Bruselas o Londres a las 7 de la tarde.

Ventajas: mejor conciliación, aumento de la productividad, mejor coordinación con los países de nuestro entorno, apoyo escolar a nuestros hijos, favorecer la igualdad, mejorar la calidad de vida, aumentar el tiempo de descanso e incluso disminuir la siniestralidad vial. Desconozco las desventajas. 

 

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