PROFESIONALIZACIÓN DE LA POLÍTICA
“La política es quizá la única profesión para la que no se considera necesaria ninguna preparación” Robert Louis Stevenson
A raíz de un reciente comentario mío, se ha creado una especie de polémica respecto al tema de la profesionalización de los políticos y lo positivo o negativo que ello aporta a la sociedad.
Desgraciadamente, como en casi todo, me cuesta trabajo encontrar verdades absolutas y siempre, aunque tenga un posicionamiento claro, encuentro razones en los que se me oponen. Me limitaré por tanto, a exponer mi punto de vista, tomando también algunos argumentos “del contrario”, y dejando así un tema abierto. En cualquier caso, creo que debería ser motivo de debate y estudio para intentar conjuntar lo mejor de todas las opciones y encontrar la manera de mejorar nuestra política y nuestros políticos, que espero sea el deseo de todos.
Tengo muy claro que esta aparición de una clase política "profesional", sin salidas fuera de esta actividad, es un buen sustento para la conformación de direcciones en los partidos que ejerzan internamente un duro régimen interno de mano de hierro. El político que solo puede vivir de ello, centrará sus esfuerzos en buscar un cargo, y una vez en él, en mantenerse todo el tiempo que pueda. Dentro de esta competición está a merced de la dirección de su partido, a la que se tiene que doblegar a la vez que intenta hacerse necesario. Esta lucha expulsa, aunque sólo sea por aburrimiento, a aquellos que pueden aspirar a una vida profesional interesante en sus propias actividades. La imagen que se da en muchas ocasiones es que solo aquellos que no sobrevivirían fuera de la política, se dedican a ella, solo aquellos a los que el mercado laboral excluiría de otras posibilidades atractivas. Aunque en muchas ocasiones se acusa al crítico de moverse por el interés de "conservar el sillón", lo cierto es que los que estamos en este ambiente sabemos que la mejor forma de asegurar el futuro es precisamente la contraria: el peloteo al líder.
Pero por otro lado, la política es la única actividad de la vida en la que el adjetivo “profesional” puede ser considerado despectivo. No cabe duda de que a todos se nos exige ser profesionales en nuestro trabajo, y que es objetivamente positivo que te lo reconozcan. Formarse como político también lleva tiempo, y precisamente ese puede ser el principal inconveniente de los políticos “amateurs”. Como en cualquier otro empleo se necesita tiempo para adaptarse y conocer la forma de funcionamiento y el mejor aprovechamiento de todas las posibilidades. Es más, el simple hecho de conocer y haber operado en la vida interna de los partidos, con sus inevitables confrontaciones, supone una formación previa muy importante y la adquisición de una capacidad de negociación, de aguante y de visión de conjunto y estratégica que es muy positiva y que puede resultar de gran utilidad para el servicio público. La experiencia en política solo se puede conseguir estando en política. Y tenemos muchos y muy recientes ejemplos de lo que los políticos novatos o aficionados pueden suponer para los partidos y para las instituciones en general.
Lo peor de todo es que es muy complicado el reciclaje a la “vida civil” de los profesionales de otro ámbito que han estado mucho tiempo en política. Nadie se pondría en manos de un médico que vuelva a ejercer después de que haya estado 12 años siendo, por ejemplo, concejal. Por tanto, esa persona, aún estando fuera de su voluntad, se habrá convertido en un político profesional o regresará a la actividad médica,en la que lo primero que tiene que hacer es volver a prepararse. Esta realidad empuja a que, quien tiene expectativas profesionales más allá de esta labor, pueda considerar que la experiencia de estar en primera línea política le puede restar tiempo que dedicar a su carrera profesional e incluso dificultársela.
Considero que en este país cuidamos muy poco a los políticos, aunque parezca evidente lo contrario. Esto crea un caldo de cultivo apropiado para que se dediquen a la política principalmente los que tienen, o una vocación muy temprana, o pocas expectativas reales fuera de ese mundo, y que en poco tiempo se conviertan en una casta aparte. Los sueldos de los políticos no son altos. Ya sé que están por encima de la media, pero están muy por debajo de los salarios de cargos de responsabilidad media en cualquier empresa, incluso sueldos de dentro de la propia administración. Son muchos los que no encuentran aliciente económico en la actividad política, lo que les lleva a compatibilizarla con sus otras dedicaciones, mucho más productivas, pero que crean dudas sobre la limpieza de su vida pública, o sencillamente a abandonarla. En este sentido creo que la equiparación por ley de los sueldos de los cargos electos y de confianza con determinada escala de la administración pública puede ser una solución que evite los sueldos arbitrarios o las subidas desmesuradas que se producen en muchas ocasiones, a la vez que dota de cierta coherencia a las retribuciones políticas. A la vez se deberían retirar los "extras" que en muchas ocasiones, demasiadas, complementan esos sueldos.
En fin, que como decía, nada es ni blanco ni negro y todo es muy matizable.
3 comentarios
daniel -
Otros cobran de los impuestos, se llaman funcionarios, y llegan al cargo por un sistema curioso y duro llamado concurso-oposición.
Y qué...Se trata como siempre de descalificar a alguien, se llame Olof Palme, Willy Brandt, John Major, Gerd Scchroeder, Joaquín Almunia, Felipe González, y largo etc...
No sé por qué es condenable vivir de la política o del periodismo o de los toros...
pero reconozco que alguno se queda muy contento por la contribución...¿a qué?
Juan Julián -
Franesco -