LA ILÍADA, DE HOMERO
En estos días he leído la Ilíada, la obra de Homero sobre la Guerra de Troya.
Es una buena forma de conocer el pensamiento de los Griegos, puesto que te situa en su mundo y su forma de vida. Aunque está basado en una situación de guerra, se pueden conocer muchos otros aspectos de su día a día, aparte de los hechos bélicos.
El recuento de naves griegas, al comienzo de la historia, supone un importante repaso geográfico de los pueblos que componían la antigua Grecia, y de la importancia relativa que cada uno tenía, reflejada en el número de naves que aporta y la trascendencia que da a su llegada el escritor. Vemos con claridad también dos sellos que definen el pensar Griego: la intervención de los dioses en los asuntos humanos, de forma directa y clara; y la sumisión del hombre a las decisiones que sobre él se han tomado y a las que tiene que someterse, simbolizadas en "el hado" y "el destino", del que no pueden escapar los mortales. Hay también ciertas referencias al interés que se tenía ya por la historia anterior, hablando de los reyes, los hechos, e incluso de tumbas de mucho tiempo antes de la Guerra de Troya. Te puedes hacer una idea de las características de las armas y del combate en la Edad de Bronce, en la que se situa la acción, aunque el relato se escribe ya a comienzos de la Edad de Hierro, por lo que este metal aparece con demasiada frecuencia para lo que sería normal. Y hay una descripción detallada de cómo eran los funerales por los personajes importantes, que incluían juegos muy similares a algunos de los que luego formarían parte de las Olimpiadas Clásicas.
Resulta chocante leerla con ojos actuales, y entiendes la inclinación que ha habido siempre por la lectura sobre esta lucha entre los "aqueos de hermosas grebas" y los "teucros de broncíneas lórigas". Bajo estos nombres clásicos se conocen los griegos antiguos y los troyanos, cuyas luchas venían de tiempos muy anteriores, como se puede ver por las referencias en el texto a enfrentamiento, conquistas y capturas anteriores de los personajes que combaten. Parece claro que los griegos (aqueos o danaos, como también se les llama) están en pleno proceso expansionista desde el punto de vista territorial, y Troya y sus aliados son un competidor a derrotar.
El realto abarca sólo unos días de esos 10 años que duró el sitio de Troya, según el propio Homero. Son los días de la Cólera de Aquiles, en que, por una mujer obtenida como botín de guerra, se enfrenta al Rey supremo griego, Agamenón y abandona la lucha. Aprovechando esa importante baja, pues se retira del combate con los mirmidones, su ejército personal, los troyanos infieren una gran derrota a los griegos hasta que, en el combate, matan a Patroclo, gran amigo de Aquiles, y este regresa a la lucha para vengarlo.
Conociendo el final, parece humano inclinarse a favor de los troyanos, dada su posterior derrota y destrucción, pero también la tremenda crueldad de Aquiles, que en su furia final, no hace caso de amigos ni de enemigos y no tiene piedad alguna, invita a alinearse. Crueldad que no es aprobada tan siquiera por la mayoría de los dioses del Olimpo, incluso algunos de los que apoyan a los aqueos en su lucha. Porque influye de forma decisiva la intervención divina en los asuntos humanos, reflejado en los sacrificios, incluso humanos, ofrendas y adoraciones que se les hacen a los dioses para lograr sus favores. Son múltiples las intervenciones que, a favor de uno y otro bando, realizan a lo largo de toda la obra, presentándose y actuando entre los mortales.
Esta presencia de los dioses también es aprovechada para justificar las dinastías gobernantes, todas ellas con relación con los inmortales y son, en mayor om enor medida, descendientes por vía directa de los dioses. El poder se mide, pues, por la cercanía de su linaje y la nobleza del Dios que le dió origen. Son dioses que matan y salvan, que proporcionan fuerzas o las restan a los combatientes, que los ocultan o los descubren y que aprueban o critican las acciones de los hombres en gran parte por la honra que les tienen o por la crueldad que demuestran.
Porque cruel es el relato entero. Cruel y violento, de matanza y muerte. Hay gran cantidad de muertes por las armas de bronce descritas a lo largo de la historia. En la descripción de estas muertes se descubre muchas veces la repetición, tan mencionada por todos los estudiosos de este libro. Repetición de textos, de situaciones, de arengas, de descripciones... Un hecho que nos pone sobre la pista de los cuentos orales, relatados por partes por aquellos que los conocían y los memorizaban. Repeticiones que, como en el combate entre Menelao y Paris, y entre Héctor y Ayax, dan lugar a duelos muy similares.
Esos duelos se convierten en otro eje del texto. Los duelos singulares, que luego se repiten a lo largo de la Historia de la humanidad antigua, son una parte importante del combate descrito en la Iliada. Los héroes se enfrentan entre sí de forma encadenada, como en una serie de combates personales que harán destacar a los principales de ambos bandos.
Termina el relato de una forma abrupta para lo que estamos acostumbrados en la literatura actual. Troya está condenada, porque los hados así lo han dispuesto, y su gran defensor ha caído a manos de los aqueos. Su cadaver, después de ultrajado, será al fin honrado por los troyanos. Y no es mejor el destino de su ejecutor, Aquiles. También sabe que, antes de que caiga Troya, yacerá en el campo de batalla, como paso previo a alcanzar la gloria de los tiempos. Terminaron los funerales de Patroclo. Terminan ya los de Héctor. Y los dos ejércitos se preparan para reaunadar el combate.
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tania -