UNA CARTA DE NAMIBIA
Un grupo importante de Diputados españoles hemos acudido a Namibia en representación oficial para establecer las líneas de colaboración con este Estado y tomar contacto con los interese empresariales que nuestro país tiene allí, para intentar potenciarlos y defender sus necesidades. Estábamos en el grupo de amistad con Namibia Marga Pin, Isabel Oliver y yo mismo, por parte del PSOE, Alicia Castro, Alejandro Ballestero, Miguel Barrachina y Mª Jesús Sainz por el PP, Jordi Vilajoana y Josep Maldonado por CiU,. Josu Erkoreka del PNV, Jon Puig de ERC, Isaura Navarro de IU y Olaila Fernández de BNG y la letrada Mónica Moreno, además la traductora, Susana y la encargada de protocolo, Chus. Aunque no lo parezca, España es el primer importador europeo de productos namibios, si excluimos los diamantes. Principalmente las empresas pesqueras y de productos congelados tienen un importante papel en su economía, y Pescanova (por ejemplo) es una importante compañía aquí. Si miráis las etiquetas de sus productos, especialmente los derivados de la merluza, comprobareis esto que os digo. No vamos a poder visitar Namibia, porque apenas tenemos tiempo libre, pero conoceremos un poco de las gentes y de las costumbres de este país y, por las palizas de desplazamientos que están previstas, de su geografía.
Durante nuestro primer día, el viaje, aunque muy interesante, comenzó siendo una verdadera paliza. Son 10 horas de vuelo desde Madrid, para llegar a Johannesburgo, dos horas de tránsito en este aeropuerto y luego otras 2 horas y media hasta Windhoek, capital de Namibia. Hemos salido el jueves 11, a las 00:30 de Barajas (de mi casa salía a las 22:00 del miércoles), y hemos llegado aquí el jueves a las 5 de la tarde. La primera visita, oficial, es al Parlamento, donde hemos asistido a un debate y hemos sido presentados al Presidente de la Cámara, Señor Hamutenya, y a los parlamentarios namibios. Vistazo rápido al Congreso y, ronda por los alrededores de la zona legislativa, y de la casa del Presidente. Desde allí, corriendo al hotel Kalahari Sands, una ducha aprisa y a continuar los actos, con una ofrenda en el monumento a los Héroes de la Independencia (Heroes´Acre) y visita al mismo. Se ve al Presidente Fundador, Sam Nujoma, portando un Kalasnhikov durante la guerra de independencia.
En los recorridos de un lado para otro hemos podido ver algo de la capital. No parece un país pobre, tal y como podemos pensar de otras zonas de África, pero los retazos del Apartheid sufrido durante tantos años aún se dejar notar y la separación entre blancos y negros es todavía bastante evidente. De todas formas, Namibia, con una extensión que es casi dos veces la de España, tiene una población de poco más de 2 millones de personas, por lo que la mayoría del territorio está casi despoblado. Windhoek, la ciudad más importante, apenas sobrepasa los 250.000, es decir, poco más que Móstoles. Eso sí, las edificaciones no son en altura, sino que casi todo el mundo vive en casas, por lo que su extensión es muchísimo mayor.
Por la noche, sin darnos tiempo siquiera a pasar por el hotel ni por ningún otro sitio, cena con la embajadora y el Cónsul en el Okapuka Game Ranch, muy recomendable por cierto si alguien se acerca por aquí. Destacan nuestros representantes, fundamentalmente, el enorme esfuerzo que ha hecho el Gobierno Namibia en la lucha contra la corrupción, que les sitúa en este campo muy por encima de otros países de su ámbito, y el respeto y la presencia moral que tiene España después del apoyo político, militar y económico que dio el Gobierno de Felipe González en los años 80 a la independencia de Namibia respecto a Sudáfrica y su posterior afianzamiento como país libre y como democracia. Mañana es 12 de octubre, por lo que los actos oficiales se centrarán en la Fiesta Nacional de España, con presencia de autoridades locales. Es bueno saber que los namibios tienen un especial cariño a nuestro país. Llegada al hotel por la noche a eso de las 11, lo que es muy tarde si tenemos en cuenta que el día de hoy ha sido de órdago y que mañana comenzamos la jornada a las 8:30.
Primer problema: mi maleta no aparece. Según todos los indicios se ha quedado en Sudáfrica. En principio me la devolverán en unas horas, pero llega la noche y estamos en las mismas. No tengo nada que ponerme y mañana recepción oficial. De momento a lavar lo que llevo puesto. Tendré que ir “de urgencia” a comprarme un traje, corbata y hasta zapatos a primera hora de la mañana. Las tiendas, por lo visto, abren a las 7, así que allí estaré. Por lo pronto, mientras escribo estas líneas antes de acostarme, estoy agotado después de la primera jornada y la agenda de los próximos días está apretadísima.
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