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La página de Juan Julián Elola

¿De verdad soy el único que cree que así no vamos a ningún lado?

¿De verdad soy el único que cree que así no vamos a ningún lado? Todavía recuerdo cuando hace unos años, no muchos, perdimos por última vez la posibilidad de gobernar en la Comunidad de Madrid. Rafael Simancas se había presentado y había obtenido un resultado que le permitía, en un pacto con IU, conseguir ser Presidente. Sin embargo, en el último momento, los diputados de nuestro Partido, Tamayo y Sainz, no se presentaron a la votación, lo que obligó a repetir las elecciones y, por descontado, supuso nuestra derrota y pérdida de mayoría. En ese momento seguimos considerando que Madrid era mayoritariamente progresista, por lo que volver a la victoria era simplemente cuestión de tiempo. Era el año 2003. Hoy seguimos esperando que esa victoria se dé, si es posible aunque con mucha dificultad, en el 2015; nada menos que 12 años después. Y no lo tenemos nada claro. Igual sucede con las Comunidades de Valencia o Murcia, en las que pensamos que la derrota del PP vendrá de manera natural con la simple visualización de los ciudadanos acerca de los perjuicios que supone la política conservadora. Y seguimos a la espera.

No veo que sea diferente el resultado electoral que se ha presentado el 20N de 2011. Es cierto que, analizando el perfil del votante, la derecha no ha mejorado sus resultados y la izquierda se mantiene por encima en valoración, espectativas y suma total. Pero eso puede no conducirnos más que a la añoranza y a la continua pregunta de que, si somos más, por qué no ganamos. El resumen puede ser tan simple como que el votante de izquierdas, progresista, necesita algún estímulo más que el simple hecho de optar por la opción menos mala. Exige una dosis importante de motivación y de positivismo, un objetivo mayor que frenar a la derecha. En determinados momentos eso puede servir para sumar, pero en situaciones normales el victimismo en nuestro ámbito ideológico solo conduce a la abstención, o a la reafirmación del voto "no útil". Si no me convencen, no voy a optar por aquello menos malo para luego protestar porque no me gusta lo que yo he elegido. Simplemente no optaré por nada, y luego protestaré porque no me gusta lo que han elegido los demás. No es incoherente.

En esta situación, una de dos: o nos replanteamos seriamente el Partido y el equipo, nuestras propuestas y nuestra forma de presentarlas; o seguimos poniendo parches con la esperanza de que sean los votantes los que se replanteen su postura que, dada la natural tendencia crítica de la izquierda, quizá quede cada día un poco más lejos de nostros. Recuerdo que en Madrid, hace sólo 10 años, todos pensábamos que lo normal era ganar, y que hoy se plantea como un reto difícil de alcanzar. No repitamos los errores.

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