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La página de Juan Julián Elola

La alfabetización de adultos y las bibliotecas populares durante la II República Española

La alfabetización de adultos y las bibliotecas populares durante la II República Española

Dadas las enormes tasas de analfabetismo, durante la II República se dió un impulso especial a la enseñanza para adultos. En la España de los años 20 el analfabetimo alcanzaba al 40% de la población, siendo cercana al 100% en algunas zonas rurales. Hasta ese momento el único recurso que existía eran las clases nocturnas a cargo de los maestros en aquellas zonas donde había escuela y que estaban prohibidas para las mujeres. Lo primero que se hizo fue permitir el acceso a estas clases para la mujer, especialmente castigada por la lacra del analfabetismo.

Una de las acciones más importantes y de mayor calado que tuvo ese intento de extensión de la cultura a las clases populares fue la creación de Bibliotecas populares. El Servicio de Bibliotecas fue coordinado por el poeta Luis Cernuda. La acción bibliotecaría fue fundamental en todo el perido de la II República.

Se instalaron en localidades menores de 5.000 habitantes, pero se dió prefrencia a aldeas de menos de 200 personas, donde nunca había llegado nada. en total se crearon, con un gran esfuerzo económico por parte del Gobierno, 5.520 bibliotecas hasta el estallido de la Guerra Civil. Como comparativa, en 1931, el cuerpo de Bibliotecarios era de 300 personas, de las que 250 estaban destinadas en Madrid.

Cada biblioteca recibía entre 150 libros en los municipios de menos de 1000 habitantes, hasta 500 para los pueblos grandes, acompañados del material necesario para su funcionamiento (fichas de clasificación, talonarios de préstamo, material para archivo...)

Los maestros de escuela eran los encargados de su organización y conservación, pero no era una biblioteca escolar y solo una pequeña parte de los libros estaban dirigidos a los niños. Durante la jornada escolar estaban al servicio de las clases, pero se abrían por las tardes para el resto de los vecinos, que habitualmente convirtieron éstas en lugar de encuentro. El objetivo era estimular la lectura en los adultos, muchos de ellos aprendiendo aún a leer, y era una obligación del maestro organizar lecturas y sesiones colectivas, exposiciones, representaciones y actividades de fomento de la lectura.

Aparte de estas se dispusieron Bibliotecas Circulantes, que acercaban a las zonas rurales libros sacados de los fondos de las bibliotecas que dependían del Ministerio y que respaldaban especialmente las campañas de alfabetización, y se crearon bibliotecas en cárceles, orfanatos y hospitales.

Muchas organizaciones políticas, culturales y sindicales se unieron en la Federación Cultura Popular , la cual comprendía gran cantidad de bibliotecas creadas por organizaciones de izquierdas y que funcionaban muy activamente, a las que habría que sumar las que existían en las Casas del Pueblo, del PSOE. En Asturias, prácticamente todos los pueblos contaban con un Ateneo Obrero, que incluía biblioteca y sala de conferencias. Muchas de estas bibliotecas organizaban a su vez giras por los pueblos con actividades recreativas y culturales, y bibliotecas móviles.

A partir de la sublevación militar, los rebeldes no tuvieron modelo bibliotecario, estableciendo un control de los fondos bibliográficos de las zonas que iban cayendo bajo su control. Se prohibió una gran cantidad de libros y se depuraron las bibliotecas, reduciendo considerablemente el número de éstas. La Comisión de Depuración de Bibliotecas retiró de sus estantes todos los libros que suponían que podían atentar contra la nueva idelogía en el poder y, mientras se realizaba esta depuración, se procedía a cerrar el centro. Todas las bibliotecas pertenecientes a organizaciones progesistas se cerraron y sus libros fueron incautados y, en su mayor parte, destruidos. Mientras en la zona republicana se siguió trabajando para extender la cultura a la población, los sublevados centraron su actividad en control, censura, incautación, depuración y quema de bibliotecas.

"... La suerte de las bibliotecas que se encuentran actualmente en zona rebelde, la historia es siempre, siempre, la misma: el bibliotecario es fusilado, los libros son quemados, y todos los que han participado en su organización son fusilados o perseguidos" Vicens de la Llave, Inspector de bibliotecas públicas durante la República, en "la España Viviente: el pueblo a la conquista de la Cultura"

La fotografía está tomada del blog del IES de Aravalle.

2 comentarios

Emilio Jorrín -

Soy Emilio Jorrín el autor del comentario anterior.

Anónimo -

Amigo Juan Julián:
Interesante artículo.
Permíteme que agregue una frase histórica al respecto:

LA REPUBLICA HIZO MAS POR LA EDUCACION EN SU CORTO PERIODO DE VIGENCIA QUE EN TODO EL REINADO DE ALFONSO XIII DE MAS DE 40 AÑOS.

Saludos. Emilio.