Estupendo post de Rafa Simancas sobre el descrédito de la política.
Aunque no suelo poner referencias tan grandes sobre artículos de blogs (algún enlace, eso sí, salvo para los que escribo yo, un ejemplo de narcisismo literario), quiero aludir aquí a la referencia que hace Rafael Simancas en su blog sobre este tema, y querría añadir este otro de El País sobre la imagen de los políticos y cómo Esperanza Aguirre constribuye más aún a su desprestigio. Me ha parecido sumamente interesante. Soy, como él, y seguramente muera así, de los que piensan que no es en la política donde más golfos hay, y mucho menos donde más dinero fácil se gana. Y lo que sí he visto es muchísima gente comprometida y preocupada, que de verdad se interesa por mejorar las cosas. De hecho, se puede comprobar que los trepas, los aprovechados y oportunistas suelen estar en cualquier lugar con mayor frecuencia que en política, donde salvo casos contados,cuesta mucho trabajo llegar a ser alguien y mucho más mantenerse. Mira a tu alrededor, seguro que en tu empresa conoces a más de uno, y que no es político.
No suelo decir que odio a nadie, me parece un sentimiento demasiado fuerte para tenerlo contra alguien, pero desde luego, si hay algunas personas que puedan atraer mi ira son los corruptos que puedan existir en mi Partido, aprovechándose de unas siglas por las que me dejo la piel continuamente y que cuesta mucho defender. Si hay algo que me sienta mal son la falta de honradez o la desidia entre los miembros del PSOE. Los hay, aunque afortunadamente son minoría. He mantenido la honradez como norma, y no hay persona que pueda resultarme más despreciable que aquella que se aprovecha del trabajo honesto y altruista de muchos compañeros, para lucrarse, crecer o ganarse la sopa boba a nuestra costa. A Rafa le costó caro luchar contra la corrupción, con la pérdida de al menos tres Ayuntamiento que yo recuerde: Ciempozuelos, Humanes y Morata de Tajuña, donde se forzó la dimisión de los alcaldes al ser acusados de trapicheos varios. sin embargo, esta dureza y la puesta a disposición de la fiscalía de todo lo que pudiera aportar el Grupo Municipal contra los propios alcaldes no tuvieron ningún efecto sobre la ciudadanía. No fueron pues medidas electoralistas, para lo cual seguramente hubiese sido mejor callar, tapar y dar largas. Podría haberlos mantenido en el cargo mientras salían los juicios y se hacían las sentencias firmes (todavía están pendientes), y a lo mejor hubiese sido más rentable electoralmente, pero yo hubiese estado en contra y me parece más razonable que, ante la mínima sospecha se pidan explicaciones al acusado y, si no son suficientemente aclaratorias, se actúe con contundencia. Me gusta que los tramposos estén incómodos en mi Partido.
Ni la política es una actividad que exige toda la dedicación del mundo y hay que trabajar tanto que no se puede hacer otra cosa, ni tampoco es el mayor de los chollos en el que se trabaja muy poco y se cobra muchísimo. Normalmente, como casi siempre, ni lo uno ni lo otro, sino un término medio. Y en política, como en todo en esta vida, hay "gente pa tó" (yo, desde luego, trabajaba mucho más cuando era diputado que ahora, y tenía ocupados la mayoría de los fines de semana con actividades oficiales o del Partido) Sí pienso, sin embargo, que existe un cierto alejamiento entre los políticos y la ciudadanía, la realidad social y la vida diaria. Y este alejamiento será mayor cuanto más alejados estén los ciudadanos de sus políticos o de la política. ¿círculo vicioso? Puede ser, pero no se romperá a menos que todos nos interesmos más por los temas que realmente nos afectan: "el mayor castigo para quienes no se interesan por la política es que serán gobernados por personas que sí se interesan" (Arnold J Toynbee)
En cualquier caso, aunque reconozco esa separación, me parece excesiva la frase sobre Kapuscinski que incluyen en el artículo:"No cree que el poder trate del progreso y el bien de la gente, cree que el poder trata sólo del poder, y punto".
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