LAS POSIBILIDADES DE LOS GOBIERNOS PARA ESTABLECER MEDIDAS ECONÓMICAS FRENTE A LA CRISIS
He escrito en el periódico "El Distrito" un artículo sobre el debate al que asistimos acerca de la bondad de las medidas económicas que adoptan los Gobiernos de cara a la crisis, y que aquí voy a ampliar. Después de haberme publicado esto a mí, Felipe González ha escrito en El País un artículo de opinión con muchos puntos en común con el mío (toma ya presunción)
Especialmente se recurre actualmente a la acción directa con dinero público, o la posibilidad de otras alternativas. Comenzando por Obama, en EEUU, se están llevando a cabo medidas intervencionistas, de marcado signo socialdemócrata. Pero incluso Gobiernos conservadores, como los de Sarkozy en Francia o Merkel en Alemania, están adoptando medidas similares, porque parece que son la solución. Cuando la derecha ha sido el problema, la izquierda es la solución (recordemos que la culpa de la situación actual está, sobre todo, en las hipotecas-basura promovidas por los Gobiernos de Bush) Frente a éstas, la derecha mantiene que existen otras opciones: principalmente bajar los sueldos, flexibilización del mercado laboral (abaratar los despidos), reducción del gasto público y bajadas de impuestos a las empresas (obviamente, mayor bajada cuanto mayor sea la empresa), y en un último alarde de liberalismo, requieren que los Expedientes de Regulación de Empleo no sean supervisados por los poderes públicos. Es liderado en nuestro país por la CEOE, secundada por los líderes del Partido Popular. Aumentar el gasto social es incompatible con la gran reducción del gasto público que piden. Todo, a pesar de que está demostrado que, durante las crisis, bajar los impuestos no crea empleo y abaratar el despido produce, directamente, más paro.
Muchos economistas han escrito sobre qué puede hacer un Gobierno ante una crisis financiera. Me parecen más razonables quienes defienden incrementar el gasto público y la inyección económica en los ciudadanos para estimular la demanda. El principal valedor de este tipo de intervención es Keynes, fundador de lo que se ha venido a llamar como Keynesianismo, doctrina que defiende la participación estatal como sustento de la economía por medio del gasto público. Me referiré aquí a otro autor, John Kennett Galbraith, y su libro La Economía del Fraude Inocente, publicado en 2004. Galbraith falleció en 2006, por lo que sus declaraciones son sólo hipótesis de futuro, pero bastante acertadas.
Habla del creciente poder, económico y político, que acaparan los equipos directivos de las grandes multinacionales, marcando, en muchas ocasiones, cuestiones trascendentes de políticas nacionales e internacionales, que el ejemplifica con la influencia que tuvieron las compañías de armamento en el comienzo de la Guerra de Irak. Al analizar los fraudes económicos producidos en empresas americanas, preludio de la crisis actual, resalta que las grandes corporaciones escapan al control de los accionistas y ocasionan un importante desvío de dinero hacia los equipos directivos; incluso con fraudes contables como el de ENRON. Otros muchos fraudes, producto de pelotazos inversores, se han ido sumando a este, que se puede suponer que fue el principio del pinchazo de la burbuja. Concluye que habrían de aumentarse los mecanismos de control , y esta regulación debería prever esa posibilidad, vigilando a las empresas y, de manera especial, las recompensas que las direcciones se autoconceden (conste que en la foto del enlace se ve a Berlusconi, Merkel y Sarkozy, que no son precisamente la izquierda europea). Y es cierto que se van tomando decisiones en ese sentido: limitando y controlando los sueldos de los directivos y poniendo límites a sus beneficios económicos de todo tipo tanto en Estados Unidos como en Europa. Realmente resulta aberrante que AIG pagase primas millonarias a los mismos personajes que la han puesto al límite de la viabilidad y han requerido la ayuda del Gobierno americano para su continuidad.
Sobre las medidas económicas a tomar durante las crisis, afirma que las reducciones de impuestos a los más ricos no producen ningún beneficio. El dinero generado con esa medida no se gasta realmente, porque cualquier inversor tiene como objetivo conseguir beneficios, que son inciertos en época de mala situación económica. Por tanto, esa rebaja de impuestos no se traducirá en nuevas inversiones, bloqueando el flujo de dinero, y quedando sin efecto sobre la economía. La mayor acumulación de dinero por quienes tienen cubiertas sus necesidades no contribuye en absoluto al bienestar público. Es más o menos lo que sucede ahora con los bancos. El mejor remedio es mantener una demanda sostenida, aumentando el consumo. Las políticas sociales ayudan a que las familias liberen dinero de sus gastos en necesidades básicas. Reducen el dinero dedicado a esas necesidades, poniéndolo en circulación y estimulando el consumo. Se añade poder adquisitivo a los más necesitados que, con seguridad, lo gastarán, manteniendo la demanda de productos.
Sin embargo, tradicionalmente, la influencia de las grandes corporaciones en las decisiones políticas hacía que se tomasen las medidas contrarias: disminución de impuestos y de prestaciones sociales, y que se vendiesen como la única vía. Parece que en esta crisis los gobiernos van a actuar, por fin, en la línea deseable, liderados por Obama desde Washington, que incluso se atreve a decir en voz alta que va a subir los impuestos a los más ricos. En España, el Plan-E:
- Fondo estatal de inversión local, para que los Ayuntamiento tengan más dinero disponible para obras
Son medidas de calado que tienen que tener su efecto, disguste a quien disguste. El problema que tenemos a este lado del Atlántico es que no disponemos de mecanismos únicos de actuación económica (salvo lo poco que puede unificar el Banco Central Europeo para los países de zona euro). Es sólo un aspecto más de porqué soy europeísta convencido.
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