RECOGIENDO TODAS LAS COSAS DEL DESPACHO

Ayer, 16, estuve recogiendo el despacho. Después de la publicación en el BOE el día 15 de la disolución de las Cortes y la convocatoria de nuevas elecciones, el 16 era el primer día que perdía mi condición de Diputado.

Tiré muchísimo papel, que vas acumulando casi sin querer a lo largo de los años (sólo 3 y medio, pero cuánto dan de sí). Y eso que tengo un despachitos más que modesto, que no llega a los 6 metros cuadrados.

Son días grises estos. Días de despedidas y de recuerdos, como todos aquellos tramos que vas cerrando en la vida. En esta ocasión me ha tocado, y me ha tocado ésto. Cuando pase un tiempo me acordaré sólo de las partes buenas de esta experiencia, que sin duda ha sido lo mejor que me he podido pasar y de la que estoy muy orgulloso. Todo el mundo me felicita por mi buen trabajo, y algunos hasta sé que lo dicen de corazón. Me queda ese consuelo, que no es poco. Mi buen trabajo me ha dejado muchos amigos en muchos sitios, y espero seguir aportando cosas a mi Partido y, dada mi elevada condición ahora, a mi país.

De todas formas, lo de no ser diputado en la próxima legislatura lo llevo bastante mejor, según parece, que Gallardón. En parte puede ser porque para mí no es imposible, estoy ahí, y él no va a estar. La verdad es que lo que va a llevar mal, por mi experiencia de ayer, es recoger su despacho. Si me ha costado a mí recoger, el despacho que se ha montado en correos, con más de 80 metros cuadrados (es como toda mi casa o más grande), pues no me puedo imaginar lo que habrá acumulado él desde que lo abrió hasta marzo, cuando se vaya. Y la Botella supongo que lo querrá limpio.

La foto de arriba es la del despacho antes de ser recogido, como véis, un lugar pequeñito e íntimo.