Ya que me había puesto a nombrar los bares, voy a hacer un recorrido por aquellos que visite. Espero que nadie se ponga celoso porque le toque antes o después, no tengo ningún compromiso con ninguno, así que será según los vaya visitando. El Onaya, desde luego, es de los que siempre ha estado ahí y, con altibajos, no hemos dejado de ir en ningún momento. Y creo que igual que nosotros todo el mundo. De cualquier edad y de todas las "pandas" del pueblo. En el Onaya fue donde terminó mi despedida de soltero. Los que aguantamos hasta el final, pocos, ya de día, fuimos allí a tomar un chocolate con churros (y unas cervezas). Y de allí a la cama, "agotados"
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