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La página de Juan Julián Elola

Nuevo artículo en El Distrito, para los que fuisteis niños y ya no lo sois tanto

Nuevo artículo en El Distrito, para los que fuisteis niños y ya no lo sois tanto
Nuevo Año
 

Esta noche todo es distinto. En el año recién comenzado se puede decir que hoy es la primera noche de una historia que está en sus inicios. Pensaba que no iba a ponerse nervioso, que los nervios debían estar con la otra parte. Hay que darse cuenta de que no hace tanto que él mismo estaba en el otro lado, y no parecía que su nerviosismo fuese contagioso. Sin embargo, ahora que lo vive desde aquí, sí que resulta que la intranquilidad le envuelve, y que va a resultar más difícil de lo que pensaba conciliar el sueño. Es, como siempre, la tensión de las primeras veces. Mezcla de ilusión e inquietud. Bueno, tampoco pasa nada por dormir una noche un poco peor. No hace falta estar excesivamente presentable mañana.

Un simple repaso, con los ojos cerrados, para comprobar que todo está correctamente preparado, y otro intento de dormir. Sin embargo, el sueño se hace ligero, con despertares frecuentes. Cualquier ruido lo altera y  el pensamiento vuelve a divagar. Dado que hay tiempo, lo normal es ponerse a pensar, con intención de coger el sueño otra vez. Primero lo normal, las cosas más cotidianas: repaso a la actividad del día, a los preparativos de mañana, la comida, las visitas… Poco a poco, como es normal en un insomne, la mente salta a asuntos más generales. Es lógico que se acuerde de cómo fue 2012, pero resulta poco agradable. Por una rendija de ese pensamiento bajo de guardia se cuela la reforma laboral, que ha dejado su despido a precio de saldo, y que ha acabado con la seguridad que tenía en su trabajo. Ya ha habido en la empresa varios despidos con indemnizaciones ridículas.  Pero no. No es ahora momento de eso. Y sobre todo, no va a ayudar a descansar y relajarse. El año pasado fue un mal año en general, pero en el plano personal y familiar sigue adelante. Lo mejor es volver a los pensamientos más cotidianos, bajar el vuelo y regresar a casa. Deja eso y la pelea por la Sanidad Pública para otros instantes más apropiados. Ahora toca lo que toca, y lo mejor es desconcentrarse y tratar de distraer las ideas.

Está casi dormido, o quizá totalmente dormido, cuando algo le despierta. Al final del pasillo se oyen pasos. Pasos que, aunque se adivina que pretenden ir con sigilo, son los más ruidosos que haya podido escuchar nunca. Todavía parece que es bastante de noche. Una puerta se abre unos segundos. Se vuelve a cerrar. Los pasos ahora corren y se silencian de nuevo. ¿Ya está? No. Tras una breve pausa vuelve a oír el caminar inseguro. Y ahora también se enciende una luz. Solo llega un tenue reflejo, pero no hay que moverse mucho para adivinar que indica que la posibilidad de dormir terminó, y que comienza la actividad del día. De ese día tan especial que le ha hecho pasar esta noche de reflexiones. Esta vez se vuelve a escuchar la puerta, pero ya no se cierra de forma inmediata. Más luces, muchos más sonidos distintos y otra vez silencio durante unos segundos. Ya, por fin, lo último, lo que estaba esperando. Pasos que corren por el pasillo de forma escandalosa y un grito muy agudo: ¡Papá, Mamá, han venido los Reyes!

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