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La página de Juan Julián Elola

Si queremos que mejore la educación en España, hace falta lo contrario a lo que se está haciendo: invertir más

         

Artículo publicado en El Distrito, el 1 de octubre.

Para mejorar la educación: más inversión

El Ministro Wert ha garantizado que reducirá el gasto en Educación del 5 al 3,9 % del PIB. Hace muy poco aumentó hasta 40 el número de alumnos por aula. Al tiempo presenta una nueva reforma educativa que, asegura, persigue el objetivo de mejorar la calidad de la enseñanza. Las medidas son contradictorias entre sí y completamente incompatibles para la mejora del sistema. España es de los países de la OCDE con menor inversión en educación. Nuestros alumnos salen “más baratos”, y eso tiene que ver con que tengamos peores resultados. Los sistemas con mayores logros tienen como característica un menor número de alumnos para cada aula y una mejor dotación de materiales y de clases prácticas, lo que implica, necesariamente, una mayor asignación económica. Las políticas que persiguen mejorar deben seguir esa línea, si se quiere ser consecuente con el propósito a alcanzar.

Este comienzo de curso el Gobierno, por el contrario, intenta suplir esta falta de medios anunciando un aumento de los exámenes, una mayor carga lectiva y recuperando la famosa reválida, que nos retrotrae a los años 60. Medidas que además comenzarían a aplicarse en 2015. Como si someter a los chicos a más pruebas previas a su graduación y a más cantidad de materias básicas, pudiera sustituir a la mejora en la formación del profesorado, y a una mayor posibilidad de atención personalizada, bajando la ratios entre maestros y alumnos.


Si nuestras cifras de gasto son bajas y nuestra calidad también, no es admisible pretender corregir esta desviación con leyes, sino con mayor inversión. Incluso en épocas de crisis. Resulta incongruente que se produzcan recortes en educación en el mismo Consejo de Ministros que se aprueba un aumento del gasto militar para 2012 de un 30%. En paralelo, la caída del 25,6% en la inversión en I+D ahoga el futuro de muchos estudiantes, y nos devuelve al “Que inventen ellos”. En Francia aumentará casi un 10%. La Política es la encargada de establecer prioridades en la asignación de recursos, y esta distribución, que antepone lo militar sobre lo educativo, no parece que sea la más adecuada.


Como cortina de humo afirman que los chicos deben estudiar separados de las chicas (pretendiendo hacer ver que eso influye en el aprendizaje), y surgen dos debates improductivos sobre el tema autonómico, que tanto ha rentado a determinados partidos nacionalistas tanto en Cataluña como en Castilla. Por un lado el reavivado debate sobre la identidad y la independencia catalana que, como el Guadiana, aparece y desaparece a golpe de convocatorias electorales. Y por otro, la discusión sobre si las autonomía deben fijar el 65 o el 75% de contenido propio. Nadie se extraña en EEUU que cada Estado enseñe a sus alumnos la historia concreta de ese estado, su forma de gobierno y sus instituciones representativas. Aquí seguimos debatiendo sobre esto, en lugar de encontrar métodos para mejorar la enseñanza de todos.


Una educación pública de calidad, dotada de suficientes recursos económicos, materiales y personales, capaz de atender y motivar a los alumnos por debajo de la media, pero también y de forma específica, estimular y brindar la oportunidad de ir más allá  a aquellos con mayores inquietudes, con profesionales bien pagados y reconocidos socialmente, sería el mejor paso para que muchos no abandonasen sus estudios de manera prematura. Eso implica más dinero; es de sentido común.

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