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La página de Juan Julián Elola

¿Funcionarios? No, llámalos empleados públicos y tendrás mejor concepto de ellos

¿Funcionarios? No, llámalos empleados públicos y tendrás mejor concepto de ellos

No me gusta la palabra “funcionarios”, por las connotaciones negativas que tiene y porque aprovechando ese término se crean falsedades para desprestigiar los servicios públicos. Entre otras cosas, el término “funcionario” se refiere únicamente a una condición laboral, y es usado sobre todo por poder hacer trampas a la hora de compararnos con otros países. Se dice, por ejemplo, que en España hay más funcionarios que en el resto de la Unión Europea. Claro, médicos y profesores no son contabilizados como funcionarios en muchos, puesto que son “empleados públicos” que no tienen en todos rango de funcionarios. Si contabilizamos a los médicos, profesores y otros empleados públicos, resulta que sólo el 9,5% de los trabajadores españoles lo son, cuando en UE-15 la media es del 16%. Hay 6,5 empleados públicos por 100 habitantes en España, frente a 15 de media europea. España es el país que menos gasta en esos salarios, entre otras cosas por lo bajo de sus sueldos. Y las tasas de temporalidad y eventualidad entre los empleados públicos son similares o peores que las de la empresa privada. Son datos de 2010. ¿Falsedades de quienes aseguran que hay más funcionarios en España que en el resto de países? No, manejo ventajoso del término “funcionarios”.

También se dice que las autonomías han aumentado mucho el número de funcionarios. Otro uso engañoso del término. Se emplea esa palabra para simular que se trata de administrativos en una ventanilla, o de secretarios. La cifra de estos ha variado poco en los últimos años, porque a la transferencia de competencias se unió la transferencia de personal, como no podía ser de otra forma, y el número de “oficinistas” no ha cambiado tanto. Lo que sí aumentó, y mucho, fue la cantidad de centros educativos (colegios, institutos, universidades…) y centros sanitarios (hospitales, centros de salud…) Y muchos de los que allí trabajan son funcionarios. También hay  más policías, guardias civiles, bomberos… que hace unos años. Y a mi juicio aún hacen falta más, deberían aumentarse esas plantillas, con el consiguiente aumento del número de funcionarios.

Aquellos que pensáis que hay demasiado, no os preocupéis. El año que viene disminuirá mucho el número de empleados públicos. Pero no porque hayan bajado en 4 ó 5 los administrativos o asistentes que trabajan en la Asamblea de Madrid, sino por la cantidad de profesores y personal sanitario que está perdiendo su puesto, y porque no se cubren las jubilaciones. Este es el objetivo real de los que dicen con trampa “funcionarios”, en lugar de “empleados públicos”.

Recientemente he tenido necesidad de acudir a trámites administrativos a la Seguridad Social. Aparte de que la atención es muy buena, con trabajadores bastante preparados, la espera en las diversas gestiones no fue mayor de media hora. Había muchas personas esperando ser atendidas, pero también muchos funcionarios para atender. Igual en Tráfico o en otros centros oficiales. Es lógico que, si queremos rapidez y buena atención, hacen falta más oficinas y más trabajadores “a nuestro servicio” que los  que había hace 20 años, cuando las colas interminables y esperas de horas eran lo habitual.

En un colectivo tan amplio, sería inocente pensar que no hay malos trabajadores, que desprestigian mucho al colectivo. Personalmente me sonroja que no asuman la responsabilidad que tienen, gobierne quien gobierne, de puesta en valor de los servicios públicos y de su utilidad. Pero son minoría.

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