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La página de Juan Julián Elola

Creo que vuelve a venir a cuento un artículo que publiqué hace sólo unos meses en El Distrito

Cuando lo urgente no nos deja hacer lo importante
Juan Julián Elola

Ante todo y lo primero creo que desde el Partido Socialista debemos pedir perdón. En primer lugar a los que apoyaron y trabajaron durante esta campaña, militantes y simpatizantes. Su esfuerzo, muy de agradecer ante un ambiente tan negativo como el que se vivía, no ha sido aprovechado en la medida en la que debiera haberlo sido. También, cómo no, a los que nos votaron. Porque sin duda lo hicieron pensando que podíamos ganar, al menos, que tendríamos mejores resultados. Y nuestras acciones o nuestras omisiones nos han dado el resultado que se ha producido, sin duda, no de su agrado. Pero no debemos olvidar pedir perdón a aquellos que han dejado de votarnos en estas elecciones. Y es que han sido ellos los que han hecho que el resultado haya sido el que ha sido, y lo han hecho por algo. Habrá muchos motivos, es posible que cada elector tenga el suyo propio, o su conjunto de motivos personal. Lo que tenemos que comprender es que les hemos fallado: no hemos sabido representarlos; no hemos sabido entender lo que pretendían cuando nos otorgaron su confianza. Y la hemos perdido. Lo peor es que todos sabemos que la confianza cuesta años ganarla, pero se pierde en un minuto. Y aunque cuesta mucho más recuperarla, ahí debemos dirigir nuestros esfuerzos. Tenemos que volver a ser merecedores de la confianza de todos esos españoles que la habían depositado en noso-tros y nos la han retirado. No es fácil pero, ¿no es la política una dedicación en la que se requiere una dosis extra de ilusión? A lo mejor la pérdida de esa ilusión por la política que experimentan muchos de nuestros políticos ha trasladado esa sensación a la sociedad.

Ahora toca cambiar. Asimilar la derrota, digerirla, y cambiar. Porque es obvio que la sociedad, en su conjunto, nos ha pedido que cambiemos, ha dejado claro que algo tenemos que hacer. Y el cambio debe ser un cambio en profundidad, de calado. También hay que analizar por qué todo aquello que se ha hecho bien, que ha sido mucho, no ha tenido la recepción que debiera por parte de la sociedad. De hecho, muchas de las mejores actuaciones de nuestros Gobiernos Autonómicos han pasado casi de puntillas por esta campaña. Y eso, sin duda, es fallo nuestro.

El Partido Socialista tiene que volver a ser el que era y, aunque no es la mejor situación, el no tener responsabilidades de Gobiernos permite dedicarse a ello a fondo y de manera absoluta, sin otros compromisos que puedan obligar a tener un discurso más adaptado a la situación del momento. Hasta ahora, en muchas ocasiones, las responsabilidades del Gobierno de la Nación, o de las Comunidades Autónomas, o de los Ayuntamientos, ha hecho que se tengan que atender las cuestiones del día a día, y que se tenga que gobernar y tomar decisiones de forma continua, sin poder pararse a pensar. Las responsabilidades y las decisiones urgentes se han enfrentado a nuestra capacidad de comunicar, planificar y meditar. Por eso digo que lo urgente no nos ha dejado hacer lo importante. Ahora los ciudadanos nos han retirado de las tareas urgentes. Hagamos lo importante con sosiego pero con meditación profunda y sin miedo a los cambios radicales. Recuperemos nuestras raíces y nuestro propio ser.

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