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La página de Juan Julián Elola

La culpa es de El Gran Wyoming

La culpa es de El Gran Wyoming

"No estoy en absoluto de acuerdo con lo que dices, pero daría mi vida por defender tu derecho a decirlo" Voltaire. Este principio es el verdadero fundamento de la libertad de expresión.

Parece que hay novedades en el caso Tertsch. Y también parece que no tiene nada que ver con la SGAE, con los moros o con la gente del cine.

Un señor, a altas horas de la madrugada, y borracho, provoca al dueño de varios locales nocturnos que iba con dos mujeres en un bareto con mala fama en el barrio de Chueca. Finalmente se monta una bronca, él se cae y se rompe la espalda en la caída. El tema le da tanta vergüenza que, obviamente, ni pone denuncia alguna ni quiere hablar de ello. Incluso dice que sufre "amnesia" sobre lo ocurrido, para no tener que dar explicaciones. ¿De quién será la culpa? Es evidente que de Wyoming, que una vez hizo un chiste sobre él.

Esto claro, es una fabulación hecha con mucha imaginación. En un caso similar que sucediese en el mundo real, no en mi imaginario personal, pongamos que algo que pasase con un tal Hermann Tertsch, nadie diría semejante tontería y la Presidenta de la comunidad de Madrid sería la primera interesada en que no se hicieran conjeturas absurdas, intentando relacionar una parodia sobre determinadas afirmaciones del agredido, con la agresión en esas condiciones. Como es lógico, todo el mundo asumiría que la investigación policial debe ir antes de las declaraciones, especialmente si el agredido dice que "no se acuerda", y desvincula los hechos de el vídeo mencionado. Y hasta el diario El Mundo, en su blog de televisión, se desmarca del acoso a Wyoming y lo califica como un enredo para ganar audiencia. Audiencia de Telemadrid y de Wyoming que, indirectamente y de manera sin duda involuntaria, se promociona con este hecho.

Que quede claroque no me parece bien usar la violencia contra nadie, ni siquiera contra Berlusconi, aunque la aclaración debería sobrar, casi suena a justificación. Pero contra nadie es contra nadie, no dependiendo del color del agredido. Y la libertad de expresión es para todos, no depende de quién y de si dice lo que me gusta.

Y encima pongo el cartel de El Intermedio en catalán. Seguro que hay quien cree que estoy contribuyendo a otra agresión, aunque no sepa exactamente dónde ni contra quién. Y es que hay muchos que no entienden que se puede discrepar políticamente sin necesidad de sentir odio ni rencor por el contrario, que se puede ser adversario sin necesidad de ser enemigo, que el enfrentamiento político no tiene porqué llevar parejo el deseo de daño físico al rival. Como parece que hay gente que entiende por libertad de expresión sólo la suya, pues enseguida aluden a que estás creando crispación si no comulgas (nunca mejor empleado) con lo que dicen.

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